miércoles, 4 de agosto de 2010

El inicio

Cuando lo conoció ya lo había visto. Días, meses atrás. Muchos meses. Lo vió entrando a la habitación con su chaqueta negra y su pantalón de dril. Ella ya estaba allí. Llamó su atención, lo vió. Era fresco, era libre. Su aspecto a esa hora de la mañana. Pertenece a ese grupo de personas que no merecen mucha ateción, que no la atraen. No existen. Tal vez sólo los ojos que ven fuera del umbral verde pueden percibirlas. Mientras ella caminaba hacia su escritorio, sintió. Le tomó tiempo, pero luego supo que era él. Ya no uno más.

El inicio. Preguntas, respuestas, nuevas preguntas, nuevas repuestas. Nunca conversaciones. Pasaron muchos días antes de poder conversar. Él seguía hablando. Ella se quedaba más tiempo. Un día, la mirada de complicidad llegó con un tropezón de piés bajo la mesa. Él, de piernas muy largas. Una sensación de proximidad llenó el denso segundo de tiempo que pasaba.

Ya no recuerda su rostro. Sólo sus gestos. Su rostro son sus gestos. La contemplación. Grabó los detalles para no olvidarlos. Para no olvidarlo a él. Al joven vacío que le hablaba con desdén.
Recuerda sus detalles, a él lo olvidó. Le quedaron sus gestos, como el de la boca cuando no está conforme y sigue pensado...
j
jBolaño

No hay comentarios: