lunes, 4 de abril de 2011

Conviviendo con las hormonas y la mente. Ambas luchando por el control y descontrolandote...

Y si...sale la niña de la entrevista con un sí. La aceptaron. -¡si!- dice, -tengo que llamar-, no encuentra nada de camino a casa, así que camina unas 10 cuadras, Entra y hace su comida para luego salir...
Sale. Aún no se ha ido la sonrisa que tenía cuando le dieron el "sí". Y entonces sale rumbo a la biblioteca como todos los días a esa hora... pero esta vez buscando un lugar en el camino para llamar y explotar de felicidad. Explotar de felicidad, es esa sensación de contenerse hasta que se pueda contar. Caminó varias, muchas cuadras repitiendose la historia una y otra vez, pero sin contarse el final. Intenta una llamada pero no se puede comunicar, intenta en otros dos lugares (ya lejos de la bilioteca) hasta que finalmente en uno de ellos logra comunicarse. claro que antes pensó algo, estaba haciendolo mal, se preguntó por qué no habia pensado primero en su mamá, hasta en su tía, o su abuela... así que buscó en su libreta pero no encontró el número de ninguna de ellas. Entonces sin más, lo llamó. -te llamo a contarte una buena noticia!- y repitió la misma historia de antes... pero con el final. Ya venía... ya casi estallaba... pero después de un silencio él le dijo -espera...(al fondo) jajajajaja, me puedes llamar en un rato?"-.
...Ahí, no vino nada. Todas las imágenes desde que salió del "sí" se le vinieron de golpe a la cara en una milésima de segundo y no supo que hacer con eso. Lloró un poco, no suele llorar por esas cosas, pero son esos días especiales en que las hormonas toman el control de las emociones y resultó esa ser su inesperada explosión. Ya no tenía nadie más a quien llamar así que se fué a la biblioteca. Como todos los días. Pero ésta vez no se quedó dormida...

Andrea Bolaño