sábado, 28 de agosto de 2010

El arca rusa


Es un estado, todo el film.
Es un sueño, como dijo la joven cuando se marchaba de la fiesta
ella si podía marchase
ellos no, y nosotros tampoco, porque somos ellos.
Podríamos habernos resignado
y sin ver, haber sabido que era eterno,
haber preferido quedarse.
Se me ha ocurrido algo mientras la vi,
y es que como humanos, vivientes,
la tristeza nunca va a ser sofocante,
pues la salida siempre estará disponible;
la muerte es un comodín
y como buen jugador, hay que esperar
el momento preciso para usarlo,
aunque puede terminarse el juego
y no haber necesitado de hacerlo.
La vida es angustiosa, no se sabe que esperar de ella,
vamos por el camino que elegimos,
tomando decisiones avanzamos,
y el camino va a pareciendo cuando
el siguiente paso está cerca de tocar el suelo.
Encuentra la manera de poblar tu soledad
pues será tu única acompañante
durante el resto de tu muerte.
Una buena historia,
un buen amante en esa historia,
visitas a lugares extraños,
armonía a contemplarlos,
cerrar los ojos y sentir,
sentir como la Vastedad se para frente a ti
y admira tu belleza,
y no tener miedo
pues en ese momento ha llegado tu libertad.


Andrea Bolaño

miércoles, 4 de agosto de 2010

El inicio

Cuando lo conoció ya lo había visto. Días, meses atrás. Muchos meses. Lo vió entrando a la habitación con su chaqueta negra y su pantalón de dril. Ella ya estaba allí. Llamó su atención, lo vió. Era fresco, era libre. Su aspecto a esa hora de la mañana. Pertenece a ese grupo de personas que no merecen mucha ateción, que no la atraen. No existen. Tal vez sólo los ojos que ven fuera del umbral verde pueden percibirlas. Mientras ella caminaba hacia su escritorio, sintió. Le tomó tiempo, pero luego supo que era él. Ya no uno más.

El inicio. Preguntas, respuestas, nuevas preguntas, nuevas repuestas. Nunca conversaciones. Pasaron muchos días antes de poder conversar. Él seguía hablando. Ella se quedaba más tiempo. Un día, la mirada de complicidad llegó con un tropezón de piés bajo la mesa. Él, de piernas muy largas. Una sensación de proximidad llenó el denso segundo de tiempo que pasaba.

Ya no recuerda su rostro. Sólo sus gestos. Su rostro son sus gestos. La contemplación. Grabó los detalles para no olvidarlos. Para no olvidarlo a él. Al joven vacío que le hablaba con desdén.
Recuerda sus detalles, a él lo olvidó. Le quedaron sus gestos, como el de la boca cuando no está conforme y sigue pensado...
j
jBolaño